Es maravilloso comprobar cómo más allá de las culturas, de las fronteras y de los tiempos hay algo que siempre ha existido, algo tan mágico, a la vez tan natural y antiguo como la poderosa conexión que se que se origina cuando un grupo de mujeres se reúne para crear, para ser, para estar. Mujeres mexicanas que sienten y toman el flamenco como lo que es, algo suyo, parte imprescindible de su hacer, de su forma de entender y sentir la vida.
La danza, el cuerpo, la fuerza de lo antiguo del flamenco y su poder de expansión no tienen ni edad, ni lugar, ni fecha de caducidad. Mujeres, madres, artistas, sanadoras, viajeras, flamencas, brujas, maestras… todas a la vez en cada una de nosotras. Impartiendo el curso de flamenco en Riviera Maya pudimos compartir la danza y trocitos de vida, sintiendo y una vez más reconociendo cómo la esencia de Una es la esencia en Todas.
La mujer desde su inicio es creadora, es fuente de Vida, es una y todas a la vez; comprende y acompaña, escucha, busca y encuentra, se transforma una y mil veces habitando todos los espacios habitables del Ser. Es fuerza, es entrega, es empatía, es cobijo y alegría.
En este encuentro en Puerto Morelos el flamenco ha sido nuestro lenguaje, maravillosa herramienta de expresión y comunicación con sus puntos, comas y silencios; conversando, gritando o susurrando al oído, sintiendo, soltando. Así nos hemos conocido, tan extrañas por un momento como íntimas por siempre.